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PUNTA ARENAS - A LAS PUERTAS DEL CIELO
Mi vida esta intimamente asociada a la mùsica, esta es una
pequeña anècdota que me ocurriò durante el perìodo del
Servicio militar.
Llegamos a Punta Arenas en enero de 1974 a un batallòn
que quedaba lejos de la ciudad (aproximadamente a 20
kilómetros de ella), cerca del aeropuerto Presidente ibáñez
En la compañìa eramos todos de Santiago
y ninguno tenìa familiares ni conocidos en la zona.
Nos tocò una durìsima instrucción a la cual obviamente no
estabamos acostumbrados ni tampoco al clima de la zona.
Después de cuatro meses encerrados, se nos diò la oportunidad
de salir de franco y conocer la ciudad, con el compromiso que
a determinada hora un camiòn pasarìa a recogernos para llevarnos
de vuelta al batallòn blindado que es donde estabamos cumpliendo
nuestra conscripción.
Con un grupo de cinco amigos màs nos dedicamos a caminar por
la ciudad para conocerla un poco. Después de varias horas de
caminata nos diò hambre, pero entre todos no alcanzabamos a
reunir el equivalente a $300 de hoy ya que nos pagaron recièn
después de seis meses acuartelados. Con el dinero reunido quisimos
comprar unos tres panes para repartirnos media unidad cada uno.
Debido a que era dìa domingo y ademàs festivo por semana santa,
no habìa ningún negocio abierto por lo que uno de los amigos
sugirió golpear la puerta de una casa y pedir que le vendieran unos
panes. Como la mayorìa de nosotros era demasiado tìmido, nos
quedamos escondidos a la vuelta de la esquina mientras nuestro
amigo conversaba con la dueña de casa pidiendole la venta de
nos panes, a lo cual la sra. Le pregunto los motivos y luego de
escucharlos le invitò a tomar once con su familia. Mi amigo le
dijo que no podìa aceptar ya que andaba con otros cinco compañeros,
pero la sra. le dijo “no hay problemas”, dile a todos tus amigos que
vengan tambièn a acompañarnos.
Los dueños de casa eran un matrimonio de mediana edad con un hijo
de unos 10 años. El dueño de casa tenìa una carnicerìa segùn nos contò.
Nos agazajaron con unos tazones de cafè con leche y con todos los
sándwich que fuimos capaces de comer, quedando totalmente satisfechos
y agradecidos por este gesto tan altruista de esta familia desconocida.
Nunca màs volvi a ver a aquellas maravillosas personas, pero siempre
las llevarè en mi corazòn.
Cuando llego la hora de reunirnos donde pasarìa el camiòn a recogernos
para llevarnos de vuelta , la espera y el frìo que calaba los huesos se
hacia eterna, ademàs el vehículo sufriò una panne y se demorò aùn màs
en llegar. En medio del silencio que acompañaba la espera, llegò un
compañero con una radio portátil y al encenderla lo primero que se
escuchò fue esta canciòn de Gigliola Cinquetti llamada “A LAS PUERTAS
DEL CIELO”, la cual no habìa escuchado nunca hasta ese momento, pero
que me pareciò una maravilla de mùsica que DIOS nos habìa enviado,
para olvidar las incomodidades de la espera.
Desde ese momento esta canciòn quedò en lo profundo de mi corazòn junto
con la maravillosa familia Puntarenense que nos acogiò con tanto cariño.
Para ellos y para toda la extraordinaria y desinteresada gente de la austral
ciudad de Punta Arenas, mis sinceros agradecimientos y los llevo en mi
corazòn.
Realmente ustedes estàn “ A LAS PUERTAS DEL CIELO ”
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